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Revista chilena de pediatría

Print version ISSN 0370-4106

Rev. chil. pediatr. vol.77 no.6 Santiago Dec. 2006

http://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062006000600009 

Rev Chil Pediatr 77 (6); 608-609, 2006

ARTÍCULO ESPECIAL/SPECIAL ARTICLE

La salud del niño aymara

Arturo Kirberg B.1

1. Médico. Hospital Regional de Iquique.

Correspondencia a :


 

Muchos niños aymaras viven en comunidades aisladas del altiplano chileno, mientras otros han emigrado con sus familias a ciudades de la pampa o de la costa en busca de un futuro más promisorio. Estos últimos van adaptándose tímidamente a la vida de los niños chilenos sin dejar de sufrir las molestas e injustas discriminaciones por su fenotipo andino.

Los que viven en las quebradas precordilleranas fueron testigos del derrumbe de sus casas e iglesias durante el pasado terremoto del año 2005. Actualmente, algunos siguen viviendo en las ruinas, mientras otros lo hacen en pequeñas viviendas provisorias de madera, en espera del cumplimiento de las promesas del Estado para los proyectos de reconstrucción de los pueblos con el uso de materiales antisísmicos, tratando de conservar la capacidad de aislamiento del adobe y su aspecto tradicional andino.

Aquellos que permanecen en comunidades del altiplano mantienen aún hoy en día una serie de costumbres ancestrales que les ha permitido vivir en condiciones de extremo aislamiento geográfico y bajo condiciones climáticas muy severas.

Los niños aymaras nacen en sus casas rodeados por la familia en un ambiente muy tranquilo, siendo sus madres asistidas por una partera de la comunidad. En Iquique se ha establecido el parto intercultural, donde mujeres aymaras tienen la posibilidad de dar a luz conservando completamente el estilo tradicional, pero contando con los servicios de una matrona del sistema oficial que sólo es requerida en caso de complicaciones.

Respecto a la lactancia, como en todas las comunidades tradicionales, suele prolongarse más allá de los dos años.

Tempranamente la alimentación se complementa con quinoa, papa y carne de llamo.

Los lactantes son transportados sobre la espalda de la madre durante gran parte del día mediante un fino tejido llamado aguayo o llijllia. La madre va por el campo pastoreando llamas y corderos mientras canta o conversa con su cría. Esto permite al niño desde su más temprana edad observar paisajes, aprender labores cotidianas, escuchar sonidos de la naturaleza y sobre todo mantener la lactancia.

La quinoa es la base de la alimentación de los niños del altiplano. Es la bendición y el gran privilegio de estos niños. Sólo hoy se reconoce el alto valor nutritivo de este cereal andino con un 18% de proteínas, de excelente asimilación y equilibrada composición de aminoácidos y que además es rico en hierro, calcio, fósforo, fibra, vitamina E y complejo B. Aunque va siendo reemplazada por el arroz y los fideos, la quinoa está presente en la minuta aymara casi todos los días de la semana.

Es por estos motivos que el estado nutritivo de los niños aymaras es satisfactoriamente bueno, habiéndose registrado últimamente muy pocos casos de desnutrición.

Las patologías más frecuentes son las infecciones respiratorias producidas por las extremas temperaturas del frío invierno altiplánico.

Los médicos generales de zona y el personal paramédico cumplen rigurosamente con los programas de salud, controles de niño sano y vacunaciones.

Tradicionalmente estos niños ya de pequeños reciben uno o varios auquénidos como obsequio familiar, a los que verán crecer y aprenderán a cuidar, constituyéndose así el punto de partida de lo que será a futuro su propio ganado.

En los últimos 20 años se han producido grandes cambios en las comunidades del altiplano chileno. La llegada de camino, el uso de electricidad y la televisión y sobre todo el tránsito regular de vehículos de transporte han favorecido la migración de numerosas familias que abandonan sus labores de pastoreo y agricultura para integrarse a la vida de las ciudades de la costa.

Muchos de estos grupos familiares se han visto involucrados en el tráfico de drogas desde Bolivia como también en el tráfico y reventa de vehículos desde Iquique hacia dicho país fronterizo.

En cinco años, el número de niños en las escuelas se ha reducido a la mitad y varias de estas han cerrado sus puertas.

Transportes municipales recogen diariamente los niños en sus estancias para trasladarlos a la escuela de concentración. En estas escuelas reciben una educación bilingüe español-aymara, así como la alimentación proporcionada por los organismos estatales. Esta también incluye a la quinoa en sus minutas diarias.

La educación superior es sin lugar a dudas uno de los logros más difíciles para un adolescente aymara, por el alto costo y la necesidad de migrar a las grandes ciudades. Muchos quedarán en el camino, ya que la pérdida de identidad y la discriminación son importantes factores para caer en el alcoholismo y la drogadicción.

Pero a pesar de ello, existen los que consiguen sus metas y es así que hoy en día es posible ver a un gran número de profesionales de origen andino desempeñándose tanto en el sector de la educación como en algún organismo estatal.

Los que regresan a sus pueblos en calidad de profesionales cumplen un rol fundamental en la lucha contra el olvido y la desintegración de esta cultura milenaria de respeto y gratitud a las fuerzas de la naturaleza y de la tierra.

Nota: Estas notas se basan en información obtenida en la provincia de Iquique y en la comuna de Colchane, altiplano chileno.


Correspondencia a: Dr. Arturo Kirberg B. E-mail: akirberg@gmail.com

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